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Tratamiento y evolución de los trastornos depresivos

El objetivo principal del tratamiento es conseguir la remisión de los síntomas y que la persona logre la recuperación de su funcionamiento en los diferentes ámbitos de la vida: familiar, social y laboral o educativo.

Existen diferentes abordajes a nivel psicológico, psicosocial y médico, y tratamientos eficaces para la depresión leve, moderada y grave. El tratamiento se debe individualizar según la edad y las necesidades de cada persona. Si es leve, la depresión se puede tratar sin recurrir a medicamentos, pero cuando tiene carácter moderado o grave se pueden necesitar otro tipo de intervenciones, incluyendo la hospitalización en casos muy severos.

La mayoría de las veces, los cuadros depresivos se tratan a nivel ambulatorio: el 70-75% de los casos en Atención Primaria; el 20-25% en centros especializados de Salud Mental; y sólo un pequeño porcentaje de personas, entre el 5-10%, necesita un ingreso hospitalario por la gravedad del cuadro. Este último grupo de pacientes que requiere atención hospitalaria tienen normalmente trastornos graves, resistentes al tratamiento, con alto riesgo de suicidio o con un deterioro importante del autocuidado. En este sentido, es importante asegurarse de que la persona afectada está siguiendo el tratamiento de forma correcta antes de considerar una depresión como «resistente al tratamiento».

Tratamiento con fármacos

El tratamiento con fármacos antidepresivos se recomienda especialmente en casos de depresión moderada o grave. Algunos de los fármacos antidepresivos más utilizados son los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina (ISRS), como la fluoxetina, la sertralina, el citalopram o el escitalopram, así como también los antidepresivos inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina y noradrenalina (ISRSN), como la venlafaxina y la duloxetina, o los antidepresivos tricíclicos, como la clomipramina. A menudo pueden ser necesarios tratamientos asociados si existen también síntomas de ansiedad o insomnio, con fármacos ansiolíticos o hipnóticos. En caso de depresión bipolar, es importante asociar un tratamiento con estabilizadores del ánimo, como el litio o el valproato, o con antipsicóticos atípicos. Estos medicamentos también pueden ser de utilidad en casos de depresión más grave o resistente. Además, puede ser beneficioso utilizar un tratamiento combinado con psicoterapia individual o grupal. En algunos casos de gravedad, la terapia electroconvulsiva (TEC) puede ser de gran utilidad.

En el caso de los niños y adolescentes, los únicos fármacos antidepresivos recomendables en el tratamiento inicial de la depresión son los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), entre los cuales la fluoxetina es el fármaco con más ensayos clínicos que apoyan su uso en pacientes a partir de los 8 años.

Como todos los medicamentos, los antidepresivos pueden tener efectos secundarios, que dependen del mecanismo de acción de cada fármaco. Si la persona no tolera los efectos adversos, se puede plantear un cambio de tratamiento.

La medicación no se debe interrumpir sin la supervisión de un profesional. Los antidepresivos no se pueden dejar de manera brusca porque pueden aparecer síntomas de retirada (ansiedad, diarrea, sueños vívidos). Estos efectos se pueden evitar reduciendo lentamente la dosis antes de dejarlos completamente. La duración del tratamiento será determinada por un profesional según la condición clínica de cada persona.