www.som360.org/es
La inserción laboral de personas con trastornos de salud mental

«Tener trabajo me hace sentir que formo parte de un engranaje»

Inserció laboral
Rubén, Toni, Víctor, Noel y Susana

Toni, Rubén, Noel y Víctor son personas muy diferentes, con inquietudes y trayectorias diversas, pero que confluyen en un punto: los cuatro han pasado por un trastorno de salud mental que ha sacudido sus vidas y han encontrado en el Servicio de inserción laboral del Parc Sanitari Sant Joan de Déu un puntal para continuar formándose, encontrar trabajo y reorientar sus vidas. Bien, concretamente lo han encontrado en Susana Martín, educadora social y insertora laboral que los ha acompañado, y los continúa acompañando, durante este proceso. 

«Soy consciente de que las personas que atiendo tienen un diagnóstico, pero yo trabajo con la persona y no con el diagnóstico. Una persona está constituida por muchos aspectos: fortalezas, aptitudes, oportunidades, dificultades, intereses, experiencias…. Cuando se le facilitan las herramientas y el apoyo para reforzar sus capacidades, las dificultades tienden a disminuir», nos dice Susana solo empezar la conversación. Toda una declaración de intenciones que ya nos da pistas sobre su manera de trabajar.

Por si te lo perdiste...

Tener trabajo es un derecho para todas las personas, también para las que tienen algún problema de salud mental o alguna discapacidad, pero a menudo éstas se encuentran ante un mercado laboral poco adaptable, muy exigente y contaminado por el mismo estigma que rodea a la salud mental en cualquier otra ámbito. «Hay que hacer pedagogía para evitar prejuicios, hay que trabajar el estigma, pero también el autoestigma –puntualiza Susana–, porque, más que dificultades a la hora de buscar trabajo, lo que acostumbran a tener estas personas son inseguridades».

La formación, un aspecto clave en la orientación laboral

En este acompañamiento es clave potenciar la formación de estas personas, a quienes a menudo el trastorno les ha obligado a abandonar los estudios. «Las empresas buscan un buen trabajador, una persona con garantías y cualificada para el lugar que ocupará, esto es lo que prevalece», asegura esta educadora con una larga experiencia. Por eso, «no se trata de facilitarles cursos para tener a la persona ocupada, sino que hay que saber cuál es su objetivo para poder orientarla en el itinerario que debe seguir».

Este es el caso de Rubén, un chico de 29 años que entró en el Parc Sanitari Sant Joan de Déu con un trastorno psicótico, «por la puerta grande», como dice él sonriendo. Desde entonces, ha hecho un camino largo, de más de cuatro años, en el que el servicio de inserción laboral ha jugado un papel importante: «Te vas tan abajo y pierdes tantas cosas, te pierdes a ti mismo, las ganas de todo, las amistades, lo pierdes todo…Y poco a poco, a través de los cursos que Susana me empujaba hacer, me vi capaz de muchas cosas. Esto ha sido un puente imprescindible para volver a la vida», nos comparte. Y ahora estudia un grado superior de informática, y está trabajando de dinamizador digital en un centro cívico de Castelldefels a través de un plan ocupacional. «Siento que vuelvo a ser quién era, y esto es increíble. Estoy muy bien, tengo trabajo, tengo amigos otra vez y tengo ganas de hacer cosas», confiesa.

Cuando a una persona se le facilitan las herramientas y el apoyo para reforzar sus capacidades, las dificultades tienden a disminuir.

Toni, que ahora trabaja en el negocio familiar, retomó y acabó su formación de guía de montaña, se sacó el carné de conducir y el título de vigilante. Y no solo eso, sino que aprendió a hacerse el currículum, a buscar trabajo y a pasar las pruebas de selección, y lo consiguió todo. «Me ayudaron mucho –y se mira a Susana con cara de complicidad–, no solo por estos motivos, sino también emocionalmente, porque es muy duro ver como toda tu vida se esfuma cuando te dicen que tu realidad falla», explica. Durante todo este proceso también le ha ayudado mucho la música, concretamente tocar la guitarra, y por eso le encanta hacer de voluntario en la asociación ArtiMent, enseñando guitarra a otras personas con algún trastorno de salud mental. Con coherencia, Toni considera que «este servicio lo tendría que tener todo el mundo, no solo las personas con problemas de salud mental, porque si me hubieran ofrecido esta orientación cuando acabé la ESO, por ejemplo, a mí me habría ayudado mucho». 

Un prueba de que el servicio de inserción va mucho más allá del acompañamiento en la búsqueda de trabajo es la experiencia de Víctor, de 33 años, que llegó ahora hace cinco años de Colombia. «Cuando eres una persona migrante sin papeles, no eres nadie, no puedes trabajar ni homologar tus estudios, y las dificultades se multiplican», nos explica Susana, que le ha ayudado en todo el papeleo para pedir el arraigo familiar, con examen incluido en Madrid para obtener la nacionalidad, a homologar su título de técnico electricista y a encontrar trabajo, todavía lejos de su especialidad, pues ahora trabaja en una empresa de limpieza. Al estigma de la inmigración se le suma el del trastorno de salud mental. «Tengo esquizofrenia paranoide que me diagnosticaron ahora hace doce años y que supuso un cambio muy grande en mi vida», nos explica Víctor, a quien este hecho también le hizo decidirse a buscar una vida mejor: «En mi país todo era muy difícil, y aquí puedo tener un tratamiento como es debido y me siento bien atendido», nos comenta. Hoy hemos quedado para hablar todos juntos en un lugar que él conoce bien: el restaurante solidario Imperfect, que lo acogió y ayudó cuando llegó sin nada.

Para poder ofrecer esta atención integral y de calidad, Susana remarca la importancia de trabajar en red, con la intervención de la familia y de las amistades de la persona atendida, pero también de los diferentes agentes sociales, de los recursos asistenciales y sanitarios, del tejido formativo y empresarial y de la administración.

Los miedos de enfrentarse al mercado laboral

A la hora de buscar trabajo, el miedo y la inseguridad entran en juego: «no podré, verán cómo soy y tendrán prejuicios, quizás no me podré expresar bien y notarán algo…». Y esto también hay que trabajarlo. Noel, enfermero de formación, lo conoce muy bien: «Yo solo he dicho que tengo una discapacidad y un trastorno de salud mental en entornos en los que me he sentido protegido». Después de muchos años en un centro especial de trabajo, decidió pedir una excedencia de tres años para ir a buscar su trabajo vocacional: la enfermería. Pero no pasó el periodo de prueba, «demasiado estrés y noches de insomnio», y se encontró en el paro. Aquí es donde conoció a Susana, que lo ha ayudado a volver a reincorporarse al antiguo trabajo.

Noel explica con orgullo que desde 2017 es activista de Obertament y que ahora dice siempre quién es y cómo es: «Durante 17 años oculté mi trastorno, solo lo conocía mi familia más próxima; ahora ya no, a pesar de que sé que muchas puertas se me cierran cuando lo digo». Pero no deja de luchar para hacer lo que le gusta, que es ayudar a las personas, y ahora tiene pensado hacer un curso de salud digital, que considera que puede ser un buen nicho para trabajar. «Nadie te tiene que decir lo que tienes que hacer: a mí me dijeron que no podría estudiar, que no podría tener pareja, me han dicho de todo, y lo he tenido todo: pareja, amigos, estudios y trabajo».

Víctor y Toni también piensan en los prejuicios que tienen los trastornos de salud mental. «Yo, si voy a un trabajo, no digo “Hola soy Toni y soy zurdo”, pues tampoco digo si tengo o no un problema, porque a la gente no lo interesa. Lo que quieren es que trabajes bien, porque no te conocen de nada», argumenta Toni. Las razones de Víctor van más allá: «Pienso que las noticias de la tele no ayudan mucho a normalizar trastornos como el que tengo, y seguramente hay personas que no tienen suficiente madurez para verlo como un hecho normal».

Tener trabajo significa dejar de sentirme una pieza rota y sentir que formo parte de un engranaje. Este sentimiento de pertenencia creo que es lo mejor que me ha pasado en mucho de tiempo.

Tener un trabajo es importante para los cuatro, no solo porque representa tener ingresos, sino porque les ayuda a tener el día estructurado, a estar ocupados, a perseguir sus vocaciones, a compartir y a sentirse valorados. Vaya, lo que representa para todo el mundo. «Para mí tener trabajo significa dejar de sentirme una pieza rota y sentir que formo parte de un engranaje, que soy una pieza que hace funcionar algo. Esta pertenencia, encontrar otra gente, relacionarte, salir de tu zona más segura y volver a formar una zona segura… creo que es lo mejor que me ha pasado en muchísimo tiempo», concluye Rubén.

Este contenido no sustituye la labor de los equipos profesionales de la salud. Si piensas que necesitas ayuda, consulta con tu profesional de referencia.
Publicación: 11 de Julio de 2023
Última modificación: 30 de Enero de 2024