Consumo de pornografía y adolescencia

Resumen
A menudo, cuando nuestros hijos, hijas o hijes llegan a la etapa de la adolescencia, nos invade una sensación de desconcierto, miedo, inquietud y dudas. Pasamos de ser sus referentes principales a ser agentes educativos con un papel aparentemente secundario en sus vidas y vemos como empiezan a necesitar mucha más autonomía e intimidad.
Puede ser que nos sintamos perdidas y que no entendamos las formas que tienen de relacionarse, porque son muy diferentes a las que teníamos nosotros. Puede ser que nos sentimos confusas porque no acabamos de entender cómo se configura todo el universo digital al que tienen acceso. Y es posible que nos asuste que tengan un acceso fácil a la pornografía y a contenidos sexuales a través de los móviles, las tabletas y los ordenadores.
A continuación, repasaremos las características de la sexualidad en la adolescencia, haremos una lectura crítica de la pornografía en la actualidad y daremos claves imprescindibles para acompañar la sexualidad y gestionar la pornografía desde casa.
Adolescencia y sexualidad
La adolescencia es un periodo que desde siempre ha tenido muchas connotaciones negativas, pero que tiene un gran potencial. Es una etapa vital marcada por la exploración, el ensayo y error, la investigación y la construcción de la identidad. Un momento que acostumbra a ir acompañado de contrastes emocionales: conflicto, rebelión, atracción por el riesgo, experimentación con el placer, hiperactividad y pasividad o exaltación y cansancio.
La sexualidad, a su vez, es una dimensión de las personas que incluye aspectos biológicos, psicológicos y sociales. Nos acompaña toda la vida, desde que nacemos hasta que morimos, y en la etapa adolescente su vivencia va ligada al descubrimiento, a la búsqueda de la identidad, a la pertenencia al grupo de iguales y a la necesidad de exploración. Todo aquello que antes se había vivido en solitario, empieza a adquirir una dimensión interpersonal, y los aprendizajes sobre los límites y la comunicación hechos durante la infancia se empiezan a poner en juego en este terreno.
A pesar de que podamos trazar unas líneas generales que nos pueden ayudar a entender la sexualidad en la adolescencia, ni la adolescencia ni la sexualidad son conceptos homogéneos. Por eso, el más importante será que tengamos en cuenta que cada persona tendrá una experiencia única. Hace falta que tengamos curiosidad y que observemos cómo lo vive nuestro hijo, hija o hije: ¿Quiere hablar de sexo? ¿Es una cuestión que le interesa? ¿Tiene curiosidad? ¿Nos hace preguntas? ¿Necesita espacios de intimidad? ¿Los tiene?
Pornografía y contexto digital
A partir del 2008, tiene lugar un acceso generalizado a internet y a los dispositivos móviles inteligentes y 4G. El móvil resulta central para llevar a cabo todo tipo de actividades cotidianas: comunicación, entretenimiento, compras, trabajo, satisfacción de necesidades sexuales y afectivas… y también para ver pornografía. Antes de internet, el porno consistía en imágenes, revistas, películas, videos o DVD. Los contenidos eran escasos y había filtros de edad y barreras económicas que limitaban el acceso. Actualmente, en cambio, la vieja industria del sexo se ha transformado, creando un fenómeno nuevo que se denomina «nueva pornografía en línea» (NPL). Esta pornografía consiste principalmente en grabaciones cortas o imágenes en las que aparecen escenas de sexo explícito destinadas a generar excitación sexual y que se distribuyen a través de internet de manera gratuita y a través de plataformas de streaming llamadas tubes (canales). En estos canales se hace una distribución masiva de contenidos ilimitados y sin barreras de acceso.
La nueva pornografía en línea representa un modelo de sexualidad normativo, machista y racista, centrado en el placer masculino y heterosexual y con la violencia como ingrediente habitual.
La presencia de contenidos sexuales no se limita a las páginas web pornográficas, sino que han colonizado una buena parte de los espacios virtuales, como las redes sociales, los videojuegos, etc. Por ejemplo, hay stickers con contenidos explícitos que se pueden descargar directamente de páginas porno o videojuegos que incluyen contenidos eróticos o sexuales. Por otro lado, también hay varias redes sociales que hacen de puente con páginas porno a través de etiquetas y enlaces.
La nueva pornografía en línea representa un modelo de sexualidad normativo, machista y racista, que no dista nada de otras representaciones de la sexualidad que podemos encontrar en series, libros o películas actuales, como 365 días, Culpables o A través de mí ventana. Así pues, el tipo de sexualidad que muestra la nueva pornografía en línea:
- Define una coreografía sexual muy pautada centrada en la penetración, en los genitales y en el placer masculino y heterosexual.
- Los contenidos que incluye se estructuran en categorías que definen lo que se considera normal y lo que se debe diferenciar.
- La violencia es un ingrediente habitual en muchas grabaciones.
- Los estereotipos racistas y de género marcan normas claras de comportamiento.
- La ausencia de contexto y comunicación entre los personajes y la carencia de protección fomentan un modelo que no incluye los cuidados.
Y entonces, ¿qué debemos hacer como familias?
Lo primero que debemos hacer es tranquilizarnos y respirar. A pesar de que nos pueda dar miedo la situación actual, el contexto digital forma parte de la realidad y lo hemos integrado como parte de la cotidianidad en la que vivimos y nos relacionamos. Ni podemos evitar ni podemos controlar que tengan acceso, por lo tanto, lo que es interesante es que nos informemos y que adquiramos herramientas para acompañarles de la mejor manera.
Será necesario que les demos recursos y establezcamos pactos para la gestión de las pantallas, que ofrezcamos información sobre los riesgos y los placeres que puede implicar la sexualidad y la pornografía y, definitivamente, que acompañemos a las adolescentes en su proceso de autonomía, para que aprendan a tomar sus propias decisiones. Las personas adolescentes necesitan experimentar, equivocarse y aprender de los errores para poderse hacer adultas. Si las sobreprotegimos, estamos creando futuras personas con miedo, sin capacidad de iniciativa y sin habilidades para tomar decisiones por ellas mismas.
Las funciones que podemos hacer como familias para acompañar la sexualidad y la pornografía son las siguientes:
1. Ofrecer educación sexual en casa desde la infancia
Hay que romper el tabú, hablar de sexualidad desde la infancia e ir adaptando los contenidos en función de la edad y la curiosidad de la criatura o adolescente. Si todavía no hemos empezado, nunca es tarde para hacerlo. Haber iniciado esta educación sexual nos permitirá abordar más fácilmente la pornografía, si surge cualquier situación relacionada con ella. Si el adolescente que tenemos en casa no quiere hablar con nosotros de sexualidad, es interesante utilizar recursos como series o libros para intentar empezar conversaciones y recordarle que estamos aquí por si nos necesita. A la vez, hay que asegurarnos que tiene otros lugares como el instituto, las extraescolares, el centro abierto o el espacio joven para hablar.
2. Hacer una gestión de las pantallas en casa
Es importante que acordemos límites y normas de uso y que seamos un ejemplo para ellas. Tenemos que tomar decisiones sobre qué pantallas queremos que se utilicen en casa, en qué espacios: privados o comunes, en qué momentos del día, cuánto tiempo se pueden usar, qué usos les queremos dar. Aparte, es importante estimular una capacidad crítica con las pantallas y los contenidos y aplicaciones que se ofrecen, detectando, por ejemplo, mecanismos que favorecen la dependencia o contenidos violentos.
3. Procurar que los contenidos pornográficos (igual que otras representaciones machistas de la sexualidad) lleguen cuanto más tarde mejor
En este punto, es importante destacar que, a pesar de que podamos hacer una buena gestión de las pantallas en casa y procurar atrasar los primeros encuentros con el porno hegemónico, como familias tenemos limitaciones. No todo está en nuestras manos, y tenemos que recordar que la educación digital acaba siendo mucho más efectiva que el control. En el caso de los niños y niñas, será importante poder protegerlos, y con los adolescentes, lo que tomará más relevancia son los límites, los pactos y el acompañamiento hacia la autonomía.
4. Estimular una mirada crítica de las representaciones de la sexualidad
Es importante que podamos hacer preguntas que estimulen la capacidad crítica con los productos audiovisuales en general, y también con la pornografía en concreto. Las adolescentes tienen que aprender a tener una mirada crítica de lo que ven y no tragarse todos los clichés, roles y estereotipos. Podemos hacer preguntas sobre los contenidos que están mirando como: ¿Crees que es ficción esto que estás viendo? ¿Por qué? ¿Crees que en la realidad la sexualidad se asemeja a lo que se muestra aquí? ¿Ves algunos estereotipos machistas? ¿Y racistas? ¿Cómo crees que se sienten los personajes?
Los adolescentes tienen que aprender a tener una mirada crítica con lo que ven y no tragarse todos los clichés, roles y estereotipos. Podemos hacer preguntas sobre los contenidos que están mirando que les estimule la capacidad crítica.
5. Acompañar en el consumo de pornografía
Si hemos llegado al punto en que nuestro hijo, hija o hije consume pornografía, lo más importante es poder hablar, así como adaptar la respuesta que damos en función de la edad y del tipo de consumo que se haga, puesto que no es lo mismo ver contenidos pornográficos con dieciséis años y habiendo tenido experiencias sexuales que con doce años y sin ninguna información. Podemos indagar qué tipo de contenidos han visto, preguntar si los han entendido y dejar claro que lo que se ve en el porno es una ficción.
6. Detectar e intervenir en situaciones problemáticas o de riesgo
Como familias, es necesario que estemos atentas para ver qué tipos de consumos de porno están haciendo y detectar los efectos negativos y las conductas de riesgo. No es lo mismo ver contenidos pornográficos de manera esporádica que utilizarlos de manera compulsiva. Nos tienen que saltar las alarmas cuando hay una falta de control sobre la conducta, cuando el deseo de consumir porno genera angustia o si se experimenta malestar al no poder acceder a él. Si vemos alguna de estas situaciones, será interesante poder hablar con algún profesional de la psicología o de la sexología.
7. Ofrecer recursos educativos y alternativas sobre sexualidad
Finalmente, será clave que podamos ofrecer información y recursos sobre sexualidad. Por ejemplo, les podemos ofrecer libros como Tot el que necessites saber sobre sexualitat, novelas que hablen del tema o series como Sex Education.
Teléfono de la Esperanza 93 414 48 48
Si sufres de soledad o pasas por un momento dífícil, llámanos.
