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¿Por qué las personas adolescentes y jóvenes se autolesionan? Factores de mantenimiento de la conducta autolesiva

Un 27,6 % de los adolescentes europeos refieren que se han autoinfligido daño de forma intencionada al menos alguna vez en su vida (Brunner et al., 2014).

Pero ¿por qué una vez empiezan a autolesionarse tienden a mantener esta conducta? Hay cuatro aspectos a tener en cuenta para explicar por qué una persona adolescente tiene dificultades para dejar de autolesionarse.

  1. El refuerzo negativo. El adolescente puede haber aprendido que esta conducta es una manera eficaz a corto plazo de evitar emociones negativas (ansiedad, tristeza, culpa, rabia, desesperanza, etc.) que le provocan un gran malestar psicológico, o de conseguir una regulación emocional aparentemente eficaz en los momentos en que estas emociones aparecen. En este caso, el objetivo de la autolesión es evitar o desconectar de lo que le genera un dolor emocional intenso, focalizando la atención en el mal corporal y no en aquellos aspectos de su persona que le generan sufrimiento.
  2. El refuerzo positivo social. El adolescente puede haber aprendido que cuando realiza esta conducta obtiene un nivel de atención social o de refuerzo social por parte del grupo de iguales o de las personas adultas mucho mayor e inmediato que el que obtiene con otras conductas adaptadas o cuando no se autolesiona. Dicho de otro modo, siente que esta conducta produce cambios sociales percibidos como positivos por él (por ejemplo, percibe que obtiene más muestras de cariño, apoyo y aceptación grupal desde que se autolesiona).
  3. La obtención de cambios ambientales. El adolescente puede haber aprendido que cuando lleva a cabo esta conducta se producen cambios en su entorno que le son favorables para sentirse bien y que son de su agrado. El refuerzo conseguido con la autolesión, en este caso, no es la atención social por parte de los demás, sino beneficios secundarios reactivos por parte del entorno (por ejemplo, desde que se autolesiona, las personas adultas deciden que el adolescente no debe seguir afrontando exigencias propias de su edad, como ir al instituto y hacer exámenes, o queda eximido de asumir responsabilidades).
  4. La construcción de la identidad. El adolescente puede encontrar en esa conducta una forma de identidad y sentido de pertenencia grupal. En ese caso, con esta conducta transmite un ideario de vida o se identifica con subculturas urbanas (por ejemplo, la subcultura emo), o expresa discursos filosóficos y emocionales que transmiten una visión trágica de la existencia humana. En este caso, la autolesión suele realizarse en un contexto grupal y es reforzada socialmente por el resto de las personas que participan de esta forma de identidad.