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¿Qué son las conductas autolesivas no suicidas?

La autolesión se define como un acto consciente y deliberado de autoinfligirse daño en alguna parte del tejido corporal. Se pueden diferenciar dos métodos de autolesión: daños directos (cortes, quemaduras, arañazos, mordeduras, golpes…) y daños indirectos (sobreingesta de medicamentos, atracones, ingesta masiva de alcohol o la exposición a situaciones de riesgo como deportes extremos, conducción temeraria, etc.). Se excluyen las formas de protesta contra las normas sociales o religiosas establecidas. Pero el concepto actual de autolesión no suicida (ANS), tanto en el ámbito clínico como en los estudios de investigación, hace referencia a las autolesiones directas y no a las indirectas. Así que cuando hablamos de ANS, en la mayoría de los casos, nos referimos a este primer tipo.

Las autolesiones directas pueden ser un fenómeno frecuente en la población general, especialmente en la primera adolescencia (12-14 años), con prevalencias entre el 18 y el 45 % en los estudios más contemporáneos. Aunque se desconoce la prevalencia real de las autolesiones indirectas, que podría ser muy superior, los estudios longitudinales muestran una evolución natural de las formas directas a las indirectas con la edad. Todas ellas pueden ser conductas esporádicas (menos de cinco episodios al año), sin factores de riesgo previos, sin presencia de síntomas clínicos de un trastorno mental, ni afectación a la capacidad de funcionamiento de la persona.

Pero en un número mucho más reducido de casos, expuestos a factores de riesgo específicos, las conductas se repiten en el tiempo y aparecen asociadas a la presencia de síntomas psiquiátricos comórbidos, incluidas las conductas suicidas, durante o en una evolución posterior.

Desde 2013, el DSM-5, sistema de clasificación internacional de los trastornos mentales, incluye las conductas autolesivas directas y repetidas (cinco o más veces) como una nueva categoría en estudio: trastorno de la conducta autolesiva no suicida (a menudo referido con las siglas de autolesión no suicida, ANS).

Según el DSM-5, los criterios para diagnosticar el trastorno de la conducta autolesiva no suicida incluyen: 

  • Cinco o más días de conductas autolesivas repetidas en el último año (en revisión, porque algunos autores proponen subir el umbral a diez días).
  • La ANS debe responder a alguna función:
    • Liberarse de pensamientos o sensaciones negativas.
    • Resolver un conflicto interpersonal.
    • Generar un estado positivo.
  • La ANS debe estar producida por: 
    • Pensamientos o sentimientos negativos.
    • Preocupación recurrente sobre la autolesión
    • La urgencia de realizar la autolesión. 
  • Las conductas que no son socialmente sancionadas son excluidas, como por ejemplo los actos de protesta o las marcas identitarias.

Los estudios poblacionales muestran que entre un 9 y un 11 % de las personas jóvenes y hasta un 3 % de las adultas cumplen criterios diagnósticos para las autolesiones no suicidas repetidas. Y en la población con problemas de salud mental, un 60 % pueden aparecer asociadas a cualquier diagnóstico psiquiátrico, con mayor prevalencia de los trastornos de la conducta alimentaria, en personas menores de 18 años, y de los trastornos de personalidad, en personas más mayores de 18 años, especialmente el trastorno límite de la personalidad.

Un mecanismo para gestionar las emociones

Es importante tener en cuenta que, cuando una persona se autolesiona no pretende acabar con su vida, sino que es un mecanismo para hacer frente a algún problema o dificultad. Muchas personas que se autolesionan explican que lo hacen porque no se sienten capaces de afrontar una emoción intensa (como la tristeza o la rabia), y utilizan la autolesión para intentar reducir, gestionar o escapar de esos sentimientos.

El hecho de que haya un alivio emocional después de autolesionarse, puede hacer que en un futuro se utilice esta misma estrategia para gestionar las emociones difíciles. Sin embargo, este efecto no dura mucho y, a medio y largo plazo, es muy probable que aparezcan sentimientos aún peores, como la culpa o el miedo.

Además, las personas que se autolesionan acostumbran a experimentar más sufrimiento emocional, dificultades para relacionarse y un menor rendimiento académico. Por tanto, se puede afirmar que la autolesión puede convertirse en un problema muy serio.