Fomentar un buen uso de las pantallas con perspectiva de género
Resumen
En la era digital, la brecha de género persiste en el uso de la tecnología entre niños y niñas. Esto quiere decir que hay todavía diferencias significativas en el acceso y en la interacción que tienen con los dispositivos móviles, las tabletas, los ordenadores y las plataformas digitales. Del mismo modo, los impactos negativos de los usos de estos dispositivos se distribuyen de manera desigual también según el género. Es imprescindible abordar esta disparidad para poder construir una relación saludable y también equitativa con las pantallas y los entornos digitales, así como para erradicar los malestares y las violencias que se asocian a ella. Los y las profesionales que trabajamos con niños y adolescentes tenemos un papel vital en esta tarea.
Impactos del género en la era digital
La tecnología tiene un impacto muy relevante en las vidas de las personas y, especialmente, en los niños y adolescentes. La relación con el ocio y el tiempo libre, la relación con las otras personas, la construcción de la identidad y de la imagen de un mismo o misma, etc. son esferas de la vida esenciales impactadas por las pantallas y los entornos digitales. Si bien podría parecer que este impacto es neutro en relación al género, no lo es en absoluto.
Persisten notables diferencias de género en el uso más básico de la tecnología: desde la elección de dispositivos como por ejemplo móviles y tabletas hasta las preferencias de contenido (videojuegos, redes sociales o plataformas de video). Para resumirlo de manera esquemática, por un lado, los niños a menudo son alentados socialmente hacia los videojuegos (un modelo de ocio específico y altamente masculinizado), mientras que las niñas son abocadas hacia las redes sociales y las plataformas de video (fomentando la importancia de la imagen o la centralidad de la relación con otras personas) y, a menudo, desincentivadas a experimentar ocio tradicionalmente asociado a los roles masculinos. Por otro lado, los niños acostumbran a tener más acceso a dispositivos, a tener dispositivos propios y menos restricción y vigilancia en su uso.
Los niños a menudo son alentados socialmente hacia los videojuegos, un modelo de ocio específico y altamente masculinizado, mientras que las niñas son abocadas hacia las redes sociales y las plataformas de video.
El impacto diferencial de género existe también en otras cuestiones muy relevantes: el tipo de contenidos que se consume, el tipo de interacción social que se desarrolla y la asimetría que hay, la demanda de exposición o sobreexposición a la cual se someten o las violencias que se reciben.
Estos patrones, que son un reflejo de las dinámicas patriarcales que operan en nuestro cotidiano, tienen un papel muy relevante en el desarrollo psicosocial de las personas menores. Y, en consecuencia, pueden tener impactos importantes en la salud mental de niños y adolescentes; impactos relacionados con malestares como la ansiedad o los estados depresivos y, específicamente, y generalizando, en las chicas a menudo relacionados con la presión estética y la autoimagen o la vinculación con otras personas, y en los chicos, en relación con la gestión de la agresividad o el aislamiento. También, en este sentido, estará marcada por el género una posible relación problemática con las pantallas o una adicción.
Propuestas para trabajar entre los profesionales
Como profesionales, es fundamental que llevemos a cabo nuestra tarea teniendo en cuenta esta brecha y que, especialmente, pongamos esta mirada al prevenir las problemáticas asociadas a ella. Algunas líneas en las que podemos trabajar son:
- Intereses diversificados en las prácticas tecnológicas. Romper estereotipos, de manera consciente y consistente, alentando a las niñas y a los niños a explorar una amplia gama de actividades digitales no constreñidas por su género.
- Referentes digitales positivos. Destacar voces, representaciones, propuestas y desempeños de chicas, mujeres y otras identidades no normativas en todos los campos, especialmente en aquellos que están altamente masculinizados -tecnológicos, científicos y creativos-. Destacar y dar valor a masculinidades no normativas.
- Educación mediática feminista. Fomentar la adquisición de pensamiento crítico y feminista para enfrentarse a los entornos digitales, reconociendo y cuestionando estereotipos, prácticas discriminatorias, violencias, etc.
- Creación de entornos digitales más saludables. Empoderar a las chicas para que se sientan capaces en entornos tecnológicos masculinizados y educando a los chicos para que estos espacios sean más seguros. Trabajar también para dar rango a prácticas y habilidades digitales tradicionalmente consideradas femeninas.
- Promoción de un uso saludable en el sentido más completo. Fomentando que las familias promuevan límites, usos y prácticas razonables no relacionados con su percepción del género. Incentivar otros ocios no digitales, al aire libre y sociales.
Cómo vemos, y en cuanto a pantallas y entornos digitales, para cuidar de la salud de las personas es necesario aplicar una perspectiva de género. Erradicar el machismo en todas sus expresiones y, específicamente, la brecha y la desigualdad digital que genera, es una cuestión de justicia social, pero también de salud pública.
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