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Las desigualdades sociales son las que más afectan la salud de las personas

Son claves para entender y abordar la salud mental
SOM Salud Mental 360

Redacción

SOM Salud Mental 360
Dos mujeres de ascendencia asiática en un entorno de vivienda empobrecida.

Resumen

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reportado que la injusticia social tiene un impacto significativo en la salud y las desigualdades sociales siguen siendo una poderosa barrera para una vida saludable, situación que no ha mejorado en la última década y que se ha visto exacerbada por crisis sanitarias, económicas, climáticas y conflictos. Los determinantes sociales y estructurales como el acceso a servicios esenciales, la educación, condiciones económicas y discriminaciones están entre las principales influencias en la salud de poblaciones vulnerables, entre ellas mujeres y personas LGBTQI+, y están directamente relacionados con problemas de salud física y mental. El informe de la OMS presenta tendencias preocupantes de desigualdad persistente para 2030 y más allá, e insta a adoptar acciones enfocadas en reducir la desigualdad económica, combatir la discriminación y adaptarse efectivamente a las megatendencias, como el cambio climático y la digitalización, así como a reformar la gobernanza para una acción coherente que promueva la equidad en salud.
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La Comisión de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre Determinantes Sociales de la Salud concluyó en 2008 que «la injusticia social mata a gran escala». Y parece que en esta última década nada ha cambiado según el nuevo informe de la OMS: World Report on Social Determinants of Health EquityEsta comisión expresó en ese momento la aspiración de cerrar las brechas de salud en una generación, pero con el análisis actual tienen claro que no se va a conseguir. Pese a que se han experimentado avances a nivel global (acceso a una educación de calidad, oportunidades económicas y empleo, así como agua, saneamiento, energía, vivienda y transporte), las diferentes crisis mundiales sanitarias, económicas, climáticas y conflictos han impactado fuertemente en el desarrollo. A modo de ejemplo, a nivel mundial se habían ido disminuyendo las desigualdades económicas entre países gracias a los avances de las economías de los países de ingresos bajos y medios. Esta tendencia, sin embargo, se revirtió tras la pandemia de la COVID y, en 2022, la desigualdad entre países aumentó por primera vez en tres décadas.

La OMS estima que, según las tendencias actuales, el 6,9 % de la población mundial seguirá viviendo en la pobreza extrema en 2030.

El peso de las desigualdades

El lugar donde vives, la comunidad a las que perteneces, tu nivel educativo, tu origen étnico, tus ingresos y tu género, y si tienes o no una discapacidad, todo ello hace una enorme diferencia en las expectativas de calidad de vida saludable. Se trata de determinantes sociales que conllevan desigualdades en salud. Estas desigualdades son producto de decisiones políticas, estructuras sociales y económicas injustas.

La OMS explica cómo la pandemia agravó las inequidades existentes, revelando cómo las estructuras sociales afectan la vulnerabilidad ante emergencias sanitarias y económicas. Un elemento que ha influido también en el aumento progresivo de desigualdades dentro de los países, limitando el desarrollo y generando ciclos de pobreza y conflicto.

Desigualdades sociales

El peso de los determinantes sociales en el derecho a la salud

Los conocidos como determinantes estructurales de la salud como el acceso a servicios públicos, vivienda, trabajo digno, educación, transporte y protección social son esenciales para una vida saludable. Pero también influyen factores macro como el cambio climático, la transformación digital y la discriminación estructural.

El informe aporta una mirada global sobre estas desigualdades, apunta las tendencias de cambio o evolución de estos factores, y recuerda cuáles serían las estrategias a implementar para corregir estos elementos.

Para ello revisa algunos indicadores clave relacionados con

  • La seguridad económica y desigualdad: empleo, seguridad alimentaria, desigualdad de ingresos y pobreza.
  • La educación: el acceso a la educación, la calidad de la educación y los resultados educativos.
  • El entorno físico: la calidad del aire y clima, desastres, combustibles y tecnologías energéticas, vivienda, seguridad vial, agua, saneamiento e higiene, urbanización.
  • El contexto social y comunitario: conflictos, delincuencia y violencia, discriminación, desplazamiento forzado y migración, igualdad de género y empoderamiento de la mujer, envejecimiento saludable, encarcelamientos, apoyos sociales.
  • Hábitos y cuidado de la salud: consumos de alcohol y tabaco, actividad física, nutrición, acceso y asequibilidad a la atención médica y sistemas de salud.

Una vez analizados en detalles estos factores, la OMS apunta las tendencias hacia la que se dirige el mundo si no se aplican cambios estructurales y políticas. Algunas de estas tendencias son:

  • Cerca de 575 millones de personas vivirán en extrema pobreza.
  • Solo un tercio de países reducirán a la mitad sus niveles nacionales de pobreza.
  • Hasta 300 millones de niños podrían carecer de habilidades básicas de matemáticas y lenguaje.
  • Solo 1 de cada 6 países probablemente logrará la finalización universal de la educación secundaria
  • Más de 2.000 millones de personas viviendo en barrios marginales en 2050.
  • Aumento de muertes relacionadas con la contaminación del aire. Actualmente está asociada a casi 7 millones de muertes prematuras al año.
  • Al ritmo actual, se necesitarán siglos para alcanzar la igualdad de género completa.

En relación a la salud mental, el informe destaca que los factores sociales, económicos y ambientales (como la pobreza, la desigualdad, las condiciones laborales precarias y segregación urbana) son claves para entender y abordar la salud mental a nivel poblacional e individual. También se critica la dependencia excesiva de tratamientos farmacológicos, proponiendo en su lugar intervenciones psicosociales, económicas y comunitarias más equitativas y sostenibles.

Exclusion social

La espiral de la exclusión afecta gravemente la salud

También se pone la mirada en grupos de población especialmente vulnerables, como el caso de adolescentes y jóvenes (especialmente mujeres). Se observa un aumento alarmante de problemas de salud mental esta última década causadas por el impacto de la precariedad económica y las redes sociales. Las mujeres y las personas LGBTQI+ sufren mayores tasas de problemas mentales, muchas veces relacionados con violencia, discriminación estructural y normas de género restrictivas. La exposición a violencia en la infancia y la adolescencia, así como las condiciones de vida desfavorables, aumentan el riesgo de desarrollar problemas de salud mental y comportamientos de autolesión en la juventud. El informe vincula directamente la discriminación sistémica (por género, etnia, orientación sexual, etc.) con efectos negativos sobre la salud mental, como aumento del estrés, pérdida de autoestima y síntomas de trauma.

En qué áreas actuar

La OMS resume sus propuestas y recomendaciones en cinco áreas de acción que deberían guiar las estrategias de los gobiernos y la sociedad civil:

Reducir la desigualdad económica e invertir en servicios públicos

  • Aumentar la inversión pública en salud, educación y protección social.
  • Fomentar sistemas fiscales progresivos y presupuestos centrados en el bienestar.

Combatir la discriminación estructural

  • Abordar el racismo, sexismo, clasismo y otras formas de discriminación institucionalizadas.
  • Promover la justicia restaurativa y políticas de reparación para comunidades históricamente oprimidas.

Responder a megatendencias como el cambio climático y la digitalización

  • Asegurar que estas transformaciones promuevan la equidad en salud.
  • Regular las plataformas digitales para evitar la exclusión social y proteger los derechos humanos.

Reformular la gobernanza para una acción coherente y eficaz

  • Fortalecer la acción local y comunitaria.
  • Implementar sistemas de datos que monitoreen equitativamente los determinantes sociales.
  • Fomentar la participación de la sociedad civil en el diseño e implementación de políticas.