Cuando sientes que no encajas

Resumen
Hay personas autistas que, a pesar de haber llegado al diagnóstico, siguen sintiendo que no encajan. No solo en entornos neurotípicos, sino también —y esto cuesta mucho más de explicar— dentro del propio colectivo autista.
Este sentimiento es profundo y silenciado. No suele aparecer en guías clínicas ni en discursos públicos. Pero existe. Y duele.
Partiendo de una experiencia compartida con muchas otras personas autistas, especialmente aquellas que han vivido gran parte de su vida sin saber que lo eran, quiero reflexionar y dar algunas claves de por qué sucede esto, así como algunas recomendaciones para aliviar este sentimiento.
Cuando no te reconoces ni en los demás ni en ti misma
Muchas personas autistas explican que, una vez diagnosticadas, pensaban que por fin encontrarían su lugar. Un espacio donde poder ser sin fingir, donde descansar del camuflaje constante. Pero, a veces, eso no ocurre y se encuentran con:
- Grupos en los que no se sienten identificadas.
- Discursos muy concretos de «lo que es ser autista», que no incluyen su realidad.
- Juicios dentro del propio colectivo (por ejemplo: «no puedes ser autista si no necesitas tantos apoyos» o «si camuflas, estás traicionando a la comunidad»).
Este sentimiento de desconexión puede generar mucho dolor: una especie de segunda exclusión que cuesta poner en palabras.
¿Cuáles son las causas de este sentimiento?
Este malestar no es culpa de nadie. Pero sí podemos hablar de algunas causas que lo pueden originar:
- El autismo es muy diverso: No hay una única forma de ser autista. Hay quienes necesitan apoyos intensos, y quienes no. Hay quienes llevan una vida muy estructurada, y quienes viven inmersos en el caos. Todos son perfiles válidos, pero no siempre igual de visibles.
- El camuflaje desconecta: Las personas que han camuflado durante años, especialmente mujeres y personas diagnosticadas en la edad adulta, suelen tener una identidad difusa. Cuando llegan a la etiqueta «autista», no siempre saben cómo situarse en ella.
- El propio colectivo también puede reproducir dinámicas excluyentes: Aunque no sea con mala intención, dentro de la propia comunidad autista también pueden aparecer expectativas, comparaciones o discursos rígidos. Esto puede hacer que algunas personas se sientan «demasiado» o «demasiado poco» autistas.
Este sentimiento de no encajar tampoco con personas autistas como tú puede generar mucho dolor: una especie de segunda exclusión que cuesta poner en palabras.
¿Cómo se vive esta exclusión?
No sentirse parte de ningún grupo puede tener consecuencias importantes:
- Emocionales: tristeza, ansiedad, una soledad muy profunda.
- Identitarias: dudas sobre la propia validez («quizás me equivoqué de diagnóstico», «igual exagero»).
- Sociales: falta de red, retraimiento, abandono de actividades o vínculos.
Esto puede hacer que la persona deje de buscar comunidad, apoyo o ayuda, y vuelva a cerrarse en sí misma.
¿Qué podemos hacer?
Este malestar se puede acompañar. No siempre se puede «resolver», pero sí aliviar. Dejo algunas recomendaciones para familias y profesionales, pero también para las personas autistas:
Familias:
- Validar el malestar sin prisa y sin «animar» a la persona para que lo supere.
- Evitar frases como «no deberías enfadarte por no encajar».
- Acompañar buscando espacios diversos y seguros, no solo grupos con la etiqueta «autista».
Profesionales:
- Evitar idealizar el diagnóstico como si lo solucionara todo.
- Reconocer la diversidad dentro del espectro.
- Crear espacios donde se pueda hablar del malestar sin miedo a ser juzgado.
Personas autistas:
- Practicar la autocompasión: no eres rara por sentirte así.
- Darte permiso para no encajar en ningún sitio, al menos por ahora.
- Buscar personas que escuchen sin prisas ni exigencias (a veces no son grupos, sino personas individuales).
Sentirse excluida o excluida dentro de tu propio colectivo puede ser devastador. Pero hablar de ello ya es una forma de resistencia. Hay otras personas que también se han sentido así. Hay caminos posibles, comunidades pequeñas pero acogedoras, espacios de silencio compartido que pueden sostener. Aunque no encajes, sigues siendo tú. Y eso ya es válido.
Teléfono de la Esperanza 93 414 48 48
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