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¿El consumo de vapeadores tiene riesgos?

No reducen el consumo tradicional y presentan riesgos significativos
SOM Salud Mental 360

Redacción

SOM Salud Mental 360
Imagen de un vapeador

Resumen

El consumo de productos relacionados con el tabaco, como vapeadores y cigarrillos electrónicos, se ha popularizado entre los jóvenes, a menudo visto como una moda y minimizando sus riesgos, a pesar de la presencia de sustancias adictivas y cancerígenas. La industria tabacalera utiliza estrategias como sabores atractivos y marketing en redes sociales para captar al público adolescente. Mónica Granados resalta que la prevención debe iniciarse a temprana edad y recomienda fomentar un espíritu crítico y ofrecer ayuda para dejar el consumo. Los vapeadores, que prometían ser una alternativa segura al tabaco, presentan riesgos significativos como la enfermedad EVALI y no reducen el consumo, llegando a generar un uso dual con cigarrillos tradicionales. Medidas de salud pública como restricciones de acceso y publicidad, así como protección a los fumadores pasivos, buscan combatir el problema de salud pública que supone el tabaquismo.
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Desde hace más de una década, han ido apareciendo en el mercado diferentes alternativas de consumo de productos relacionados con el tabaco: cigarrillos electrónicos, parches, tabaco calentado o vapeadores. Yendo siempre un paso por delante, la industria tabacalera ha ido encontrando productos y estrategias comunicativas orientadas a la captación de clientes cada vez más jóvenes con el objetivo de mantener viva esta industria. 

El desconocimiento sobre estas nuevas formas de consumo hace que proliferen algunas ideas erróneas sobre el nivel de riesgo asociado a este consumo y sus consecuencias, no sólo para la persona consumidora sino también para su entorno directo.

Según datos del informe The European Health Report, Europa es uno de los continentes con mayor consumo de tabaco: un 25,3% de la población europea es fumadora (2022). El consumo general ha ido decreciendo ligeramente esta última década, pero de forma muy lenta. El tabaquismo es responsable de 8 millones de muertes anuales, incluyendo 1,3 millones por culpa de humo de segunda mano (el humo procedente de la punta del cigarrillo encendido, el humo exhalado y los aerosoles exhalados de los vápers). El tabaco mata a la mitad de las personas fumadoras que deciden no dejarlo, según este informe.

Acompañar a las personas en el abandono del consumo de tabaco es clave, pero prevenir el inicio del mismo en la etapa infantojuvenil es casi más importante. Con el objetivo de compartir este conocimiento con las familias, la Escola de Salut del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona organizó un webinar centrado en entender los mecanismos con los que la industria capta el consumo adolescente. Mónica Granados, psicóloga especialista en promoción de la salud y adicciones de la Asociación Española Contra el Cáncer, comparte en esta sesión un conocimiento básico sobre estos productos, así como algunas pautas sobre cómo abordar una conversación con los hijos e hijas sobre este tema. 

 

En Europa, el uso de los cigarrillos electrónicos entre los adolescentes (13-15 años) es muy variable dependiendo del país (entre el 0,7 al 23%), pero sí se ha observado la tendencia de un consumo más elevado entre los chicos y el sobrepaso de su consumo por delante del tabaco tradicional. Según explica Granados, esta adicción a edades tan tempranas es una combinación entre la propia nicotina, que es la sustancia química responsable de la conducta adictiva, los hábitos de consumo y la dependencia emocional. Más del 50% de los adolescentes fuma cualquier tipo de producto relacionado con el tabaco al menos una vez al mes, según el Observatorio del Cáncer (2024). 

Un 57,2% de los adolescentes piensa que fumar está de moda y que dejarlo es fácil, menospreciando los riesgos que, de hecho, implican todos estos productos. 

Las estrategias de la industria tabacalera se han centrado en ofrecer todo un surtido de vapeadores con diferentes sabores y con un packaging o envoltorio diseñado para atraer a la gente joven, incluso niños. Ante las limitaciones publicitarias, se han lanzado a la promoción a través de las redes sociales y la industria del entretenimiento, incluyendo la colaboración de influencers seguidos por miles de jóvenes que normalizan su consumo. En este sentido, Granados precisa que «la prevención hay que hacerla a los 10 años porque si no vamos tarde, teniendo en cuenta el acceso de los menores a las redes sociales y por el vacío legal que hay y que permite la venta sin restricción cuando son productos para vapear con sabores».

En este sentido, Granados recomienda fomentar entre los hijos e hijas un espíritu crítico ante los impactos que les llegan de las redes sociales. Hablar de ello abiertamente con una escucha activa y empatía. Va a ser muy difícil evitar un primer contacto. En caso de que nuestros hijos e hijas ya estén fumando, ofrecerles ayuda para cesar el consumo y, en caso necesario, buscar ayuda profesional.

La llegada de los vapeadores ha propiciado, además, un nuevo fenómeno que es el consumo dual. Es decir, se propagó el mensaje de que el vapeador podía ser un sustituto «seguro» para dejar de fumar. Pero ni es seguro (el aerosol tiene nicotina saborizante, toxinas y elementos cancerígenos, y ha provocado el surgimiento de una afectación pulmonar grave conocida como la enfermedad de Bali o EVALI), ni sustituye el consumo (los fumadores acaban haciendo doble consumo de tabaco tradicional y vapeador, gastando aún más dinero).

Proteger a la ciudadanía fumadora pasiva

En la lucha contra el tabaquismo, que es un problema de salud pública, se han priorizado medidas de dificultad de acceso (incremento de impuestos), limitaciones publicitarias, medidas de protección de los fumadores pasivos (aquellos que reciben el humo de segunda mano) y el acompañamiento en el cese del consumo. Se trata de medidas alineadas con el WHO Framework Convention on Tobacco Control.

En su intervención, Mónica Granados explica que el humo ambiental afecta a las personas menores que están expuestas aumentando un 50% los casos de otitis, un 20% las crisis asmáticas y un 30% las infecciones respiratorias, además de multiplicar por dos el riesgo de cáncer de pulmón en el futuro. Los riesgos se encuentran también en la exposición pasiva al aerosol que exhalan los consumidores de vapeadores. Este aerosol contiene partículas sólidas que se inhalan y quedan atrapadas en nuestros pulmones, aumentando el riesgo de carcinogénesis, proceso por el cual las células normales se transforman en células cancerosas. Con todos los datos disponibles y la evidencia científica que se ha ido generando, Granados explica que la afirmación de que el riesgo de consumo de vapeadores se reduce en un 95% si los comparamos con los cigarrillos tradicionales es insostenible, tal y como informa el Ministerio de Salud. Se trata de un concepto falso que se ha utilizado como herramienta de márquetin.