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Señales de alarma de la adicción comportamental

Generalmente, la instauración de la adicción es un proceso más o menos gradual que va desde los primeros contactos esporádicos, donde la persona experimenta aspectos placenteros que promueven su repetición (reforzador positivo) hasta la necesidad de realizar la conducta una y otra vez con el fin de aliviar el malestar (reforzador negativo).

También es importante tener en cuenta el momento evolutivo en la valoración. Pues en algunos momentos, de manera natural, se dan cambios en las relaciones con iguales y con la familia e, incluso, en las rutinas diarias, como los hábitos de sueño, por ejemplo. En este sentido, en los momentos iniciales de cualquier proceso, puede ser difícil diferenciar entre la conducta adolescente normal y la que está provocada por una adicción incipiente. 

Así pues, las señales de alarma, en este caso, son pequeños cambios que el adolescente va incorporando de forma sutil pero continua y que, en un determinado momento, pasan de ser poco habituales y justificables, tanto para él como para su entorno, a no serlo. Algunos de estos indicadores, que deben presentarse de manera recurrente y sostenida en el tiempo, son: 

  • Patrón de sueño alterado, secundario al cambio de hábitos en el dormir y en la disminución de las horas de sueño para realizar la conducta adictiva. Por ejemplo, se queda conectado por las noches, se acuesta tarde, por la mañana le cuesta mucho levantarse.
  • Patrón del apetito alterado. Come rápido y mal para ganar tiempo, puede llegar a saltarse alguna comida.
  • Menos atención por la higiene. Tener que recordarle pautas de higiene básica que antes realizaba (cepillarse los dientes, ducharse, cambiarse de ropa).
  • Dejadez en aspectos importantes de su vida, motivado por el aumento del tiempo que ocupa con la conducta adictiva o preparándola. Pérdida de la noción del tiempo. 
  • Cambio del estilo de ocio, cambio de intereses, de entorno.
  • Pérdida de amistades o del interés por verlas presencialmente. Solo tiene amigos en la red. 
  • Irritabilidad cuando no puede realizar la conducta adictiva. O puede estar sin hacer nada, estirado en la cama durante horas. 
  • Estado de ánimo oscilante y tendencia a la tristeza. Se muestra poco comunicativo, encerrado en su mundo, le molesta que le preguntes cosas sobre su día a día.
  • Rendimiento académico alterado, absentismo escolar, incremento de las notificaciones de actitud poco colaboradora o reprobatoria, aumento de los suspensos y las expulsiones de clase.
  • Demanda de productos o aplicaciones que tienen un coste económico. Puede llegar a realizar hurtos, generalmente de pequeñas cantidades de dinero, y especialmente a la familia más cercana.
  • Elevada concentración o excitación por la actividad que le genera adicción, no respondiendo a estímulos externos. Por ejemplo, no responde cuando se le llama, eleva la voz o usa vocabulario soez cuando interacciona con la pantalla.

Para poder detectar estas señales, nos podemos formular las siguientes preguntas: 

  • ¿Qué es lo que vemos que nos preocupa?
  • ¿Qué es lo que vemos cuando se relaciona, que en casa, en cambio, no vemos?
  • ¿Cuáles son los cambios que salen de la lógica?
  • ¿Qué actitudes pueden ser parte de la adolescencia y cuáles no?
  • ¿Se trata de una vivencia negativa, un malestar y un funcionamiento instalado?