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Los trastornos de la conducta alimentaria en los medios de comunicación

Recomendaciones para informar de forma ética
Jordi Mitjà
Jordi Mitjà Costa
Enfermero de la Unidad Funcional Integrada de Trastornos de la Conducta Alimentaria. Área de Salud Mental
Hospital Sant Joan de Déu Barcelona
Marta Tena Briceño
Marta Tena Briceño
Directora de
Renace TCA y Salud Mental
Medios de comunicacion

Aunque los medios de comunicación están cada vez más sensibilizados por todas las implicaciones que supone tener un trastorno de salud mental, sigue siendo necesario insistir en la importancia de cómo se trata este tipo de información, con qué palabras, con qué imágenes y desde qué perspectiva. Es especialmente relevante teniendo en cuenta el alto impacto social que tienen los medios de comunicación y, por extensión, toda la industria cultural (cine, series, teatro, etc.) y la publicidad. Cambiar la mirada en los espacios públicos que conforman el imaginario social es un paso clave en la lucha contra el estigma.

Aunque se trate de una tarea ardua, es posible acompañar a las empresas de comunicación, de producción y de publicidad en la formación sobre este tema para que puedan producir un contenido más ético. Caso aparte de análisis merecen las redes sociales, un campo en el que es más difícil concienciar y actuar al tratarse se espacios públicos con millones de personas, cada una de ellas ejerciendo de emisoras de mensajes y sobre los cuales es casi imposible influir.

El estigma que rodea la salud mental es general, pero algunos trastornos tienen más visibilidad en la esfera pública y ello hace que las falsas creencias y la manera de abordarlo en los medios sea más sensacionalista o sesgada. Uno de estos casos son los trastornos de la conducta alimentaria (TCA), que han ganado mucho protagonismo en los últimos años por el incremento de su prevalencia en una población cada vez más joven.

La forma de abordar un tipo de trastorno tan identificado erróneamente con una extrema delgadez hace que haya otras tendencias culturales y sociales que no ayudan en nada a la prevención: confundir salud con belleza, el culto al cuerpo, la presión estética a muy temprana edad, etc. Aunque no sea de forma intencionada, todos los espacios sociales públicos están impregnados de esta cultura de la valoración las personas por su aspecto físico, ejerciendo más presión aún en las personas en riesgo de desarrollar un TCA.

Así que la lucha contra esta cultura de la imagen es titánica, global e implica a todos y cada uno de los ámbitos sociales. Podemos, sin embargo, promover activamente más consciencia sobre cómo comunicar, escoger las palabras, los enfoques, las imágenes...Entendemos que los tiempos con los que se trabaja la información en los medios de comunicación y la presión por el clickbait no ayudan a la reflexión ni a segundas miradas, pero esto no exime de la responsabilidad intrínseca de los medios de comunicación de elaborar información veraz, plural, ética y responsable socialmente.

Recomendaciones para hablar de TCA en los medios

En general, cuando hablamos de salud mental, una de las recomendaciones más relevantes para los medios es intentar no reducir estos trastornos en un baile de cifras que, a veces, no reflejan correctamente la realidad, es importante contextualizar los datos que se ofrezcan.

Aunque la valoración y opinión de los profesionales de la salud es relevante y necesaria, se recomienda potenciar más los testimonios de las personas con experiencia en salud mental, que puedan compartir su vivencia cuando están ya en una fase de recuperación. Empoderar a las personas es básico para no banalizar la información y transmitir el mensaje esperanzador de que la recuperación es posible.

Nos encontramos que hay una serie de ideas preconcebidas sobre los TCA que se reflejan de forma frecuente en los medios de comunicación y que hay que intentar evitar, como nos recuerda la recién actualizada Guia d’Estil per a Mitjans de Comunicació de Obertament:

  • Entender que el TCA es un síntoma de malestar, es decir, una manera de gestionar alguna cosa que no va bien en nuestra vida o aspectos con los cuales no estamos a gusto. La causa de estos trastornos es multifactorial y que el tratamiento requiere una atención integral por parte de un equipo interdisciplinar.
  • No adjetivar a las personas. Son personas con una TCA, que conviven con un TCA o tienen un TCA, pero en ningún caso referirse a ellas como ‘persona anoréxica o bulímica’.
  • No culpabilizar a la persona con un TCA. No se desarrolla un TCA por voluntad propia.
  • No reducir los TCA a un fenómeno que afecta a adolescentes o mujeres jóvenes, puede afectar a mujeres de cualquier edad y a hombres de cualquier edad.
  • El TCA no es un estilo de vida, es un trastorno de salud mental. Las personas con un TCA no viven esta situación por querer alcanzar un aspecto físico concreto ni quieren imitar a una celebridad.
  • Evitar centrar el abordaje mediático en la comida o aspectos físicos, se trata de un trastorno psicológico y sociocultural no únicamente físico. Personas con peso considerado normal (normopeso) también pueden tener un TCA.
  • Además de la anorexia y la bulimia nerviosa, también existe la vigorexia (dismorfia muscular), la ortorexia (obsesión irracional por comer sano) o el trastorno por atracón, por ejemplo. La delgadez extrema, por tanto, no es un rasgo definidor de un TCA.

En relación a las imágenes que acompañan estas informaciones la recomendación es siempre mostrar imágenes de espacios públicos o privados del ámbito normal de la persona, que refuerce la idea de la recuperación. Hay que tener en cuenta que la mayoría de personas con problemas de salud mental no se encuentran hospitalizadas. Así mismo, se debe evitar las imágenes que transmitan desesperación, oscuridad o aislamiento social, que perpetúan los estereotipos negativos. En el caso del TCA, hay que evitar ilustrar informaciones con imágenes de personas con una delgadez extrema, comida en general, platos con comida, básculas o cintas métricas que ahondan en la simplificación del problema.

Los medios de comunicación tienen sus propias guías de estilo y códigos éticos que protegen aspectos como la veracidad de la información, las fuentes fidedignas, el respeto a la intimidad de las personas o la apología de, por ejemplo, de comportamientos violentos, racistas, etc. En este sentido, cabe prestar atención a no relajarse ante informaciones que pueden acabar siendo una apología de comportamientos poco saludables, como trucos para adelgazar, todo lo relacionado con la llamada «operación verano», menciones a medicamentos para perder o modificar el cuerpo, etc.

Este contenido no sustituye la labor de los equipos profesionales de la salud. Si piensas que necesitas ayuda, consulta con tu profesional de referencia.
Publicación: 2 de Abril de 2024
Última modificación: 2 de Abril de 2024
Jordi Mitjà

Jordi Mitjà Costa

Enfermero de la Unidad Funcional Integrada de Trastornos de la Conducta Alimentaria. Área de Salud Mental
Hospital Sant Joan de Déu Barcelona
Marta Tena Briceño

Marta Tena Briceño

Directora de
Renace TCA y Salud Mental