www.som360.org/es

El papel de la familia y del entorno de las personas en riesgo de suicidio

¿Cómo hacer un buen acompañamiento después de una tentativa?
Clara Rubio Chumillas
Clara Rubio Chumillas
Presidenta y trabajadora social
Associació Catalana per a la Prevenció del Suïcidi
Rosa Hernández Ribas
Rosa Hernández Ribas
Psiquiatra. Coordinadora Ámbito Ambulatorio Salud Mental Adultos. Hospital de Mataró
Consorci Sanitari del Maresme

El entorno que convive con una persona en riesgo de suicidio es clave en la prevención de la conducta suicida. El vínculo con el ámbito clínico es fundamental para aumentar la protección en las personas que pueden estar en riesgo de suicidio, pero el entorno cercano es el colectivo que debe afrontar los cuidados informales y que, según diferentes estudios, se convierte en el más impactado por la carga psicológica de esta vivencia.

También sabemos que la conducta suicida es más frecuente entre personas solteras, divorciadas, que viven solas o carecen de apoyo social. En este sentido, el número y la calidad de relaciones sociales de las personas ha sufrido un gran empobrecimiento, debido al individualismo instaurado en nuestra sociedad de consumo, en la que se evidencia la pérdida de vínculos interpersonales y la disminución de los espacios de relación comunitaria, que nos llevan a situaciones de mayor vulnerabilidad y aislamiento social.

En profundidad

En el marco del Plan de Prevención de Suicidio en Cataluña, se identifica el entorno comunitario como un elemento principal en la prevención de la conducta suicida y se definen diferentes actuaciones para acompañar e involucrar a las familias, las amistades y los compañeros y compañeras de trabajo, que se convierten en el entorno protector de una persona en riesgo de suicidio.

Algunas de estas propuestas son:

  • Generar guías específicas.
  • Ofrecer servicios de asesoramiento sobre estrategias preventivas y signos de alerta.
  • Incorporar a la familia en el proceso de atención a las personas en situación de riesgo de suicidio con antecedentes previos de conducta suicida.
  • Involucrar al entorno en el plan de seguridad o plan individualizado de la persona.
  • Apoyar a la familia después de un intento de suicidio.

Por tanto, existe un consenso amplio en que las medidas de prevención deben ir más allá de las políticas estrictamente sanitarias. Sabemos que es necesario reforzar el sistema de valores de nuestra sociedad, cultivando desde la infancia habilidades y competencias como la comunicación y la capacidad de resolución de problemas y de afrontamiento, que nos puedan ayudar a potenciar esta protección hacia las personas de nuestro entorno que puedan estar sufriendo emocionalmente. En definitiva, ser capaces de aumentar la cohesión interpersonal y potenciar la empatía de cada uno de nosotros en relación al sufrimiento ajeno. Como entorno, es prioritario incidir en aquellos factores de protección del contexto de las personas en posible riesgo de suicidio, a fin de vincularlas a la vida, sabiendo que este propósito vital correlaciona negativamente con la desesperanza y, por tanto, con el riesgo de suicidio.

Pero, ¿cómo lo hacemos? ¿Qué necesitamos saber las familias, las amistades y los compañeros y compañeras de trabajo para poder acompañar, reducir el sufrimiento ajeno y al mismo tiempo protegernos del impacto que esta situación conlleva en nuestra calidad de vida?

Cómo afecta el estigma de la conducta suicida a la familia y al entorno

Hay muchas creencias limitantes, fruto del estigma asociado al suicidio, que no nos permiten desempeñar nuestro rol con efectividad. A menudo, la familia se convierte en el vigilante-responsable y esto hace aumentar su angustia y contribuye a incrementar la percepción de que la persona en riesgo es una carga para su familia o entorno. Si acompañamos a una persona que ya ha llevado a cabo una conducta suicida, el miedo a la repetición llevará al entorno a una situación de estrés sostenido, y aparecerán los síntomas relacionados con el llamado estrés de la persona cuidadora:

  • Sentimiento de preocupación constante.
  • Sentimiento frecuente de cansancio.
  • Poca capacidad de concentración para llevar a cabo las tareas habituales.
  • Pérdida de interés en actividades con las que se disfrutaba.
  • Aumento de la irritabilidad.
  • Aislamiento social producido en muchas ocasiones por el estigma de la conducta suicida del familiar.
  • Falta de control de la situación, debido a la carencia de recursos para afrontar la situación.

El entorno de una persona en riesgo de suicidio experimenta el llamado estrés de la persona cuidadora, que hay que reconocer para buscar ayuda. 

Sabemos que el suicidio en sí mismo se asocia con estereotipos negativos y los supervivientes de intentos de suicidio experimentan tanto el estigma del trastorno mental como el del suicidio, lo que puede contribuir a aumentar el riesgo de suicidio consumado. También entre los miembros de la familia se refleja este estigma, a través del lenguaje que evita la utilización del mismo término «suicidio», que se sustituye por el «accidente» o «cuando ocurrió aquello», entre otras expresiones. La familia y el entorno generan un mito sobre lo ocurrido, y a menudo limitan la involucración de otras personas del entorno, lo que dificulta la ampliación de la red de protección.

Uno de los momentos más duros para este entorno es el posterior a una tentativa, en la que el seguimiento y el apoyo comunitario es determinante para evitar repeticiones y para asegurar un proceso de recuperación sostenida. Las personas dadas de alta a menudo carecen de apoyo social y se pueden sentir aisladas una vez abandonan la atención, así como la familia se puede sentir también desamparada y con recursos limitados para hacer un acompañamiento correcto. Se ha demostrado que el seguimiento y el apoyo comunitario son eficaces para reducir las muertes y los intentos de suicidio entre las personas que han sido dadas de alta recientemente.

El riesgo después de una tentativa de suicidio

El hecho de haber realizado un intento de suicidio es uno de los predictores más robustos de conducta suicida futura. Por esta razón es fundamental acompañar de forma adecuada a la persona en riesgo durante los meses posteriores a una tentativa.

En el caso de producirse una tentativa, lo más frecuente es que deba acudirse a los servicios de urgencias de un hospital para que la persona pueda ser atendida de forma multidisciplinar, desde los puntos de vista físico y mental. Éste puede ser el primer contacto con los servicios de salud mental y debería aprovecharse para replantear todo lo que ha pasado y ver cómo se puede abordar en adelante. Podríamos decir que un momento de crisis como éste puede constituir una oportunidad para hacer un «reset» y poder mirar el futuro de manera diferente.

Algunas de las personas que acuden a urgencias requerirán un ingreso hospitalario, mientras que otras serán vinculadas de forma preferente a los servicios ambulatorios de salud mental. En ambas situaciones, una vez la persona es dada de alta, es aconsejable ofrecer algunas estrategias a la familia o al entorno cercano para que puedan detectar y prevenir desde su óptica situaciones potenciales de riesgo en el día a día.

La recomendación más importante para la familia es que escuche activamente a la persona en riesgo y no rehuya las conversaciones difíciles que pueda generar esta escucha. Hablar de la conducta suicida no incrementa su riesgo, sino que lo reduce.

También resulta relevante informar sobre aquellas señales de alerta a las que hay que estar atento y buscar una red de protección para no estar solos en el acompañamiento de la persona en riesgo. Por último, es fundamental transmitir que si se identifican situaciones de riesgo deben comunicarse a la persona profesional referente y evitar el establecimiento de pactos de silencio con la persona en riesgo que pueden resultar contraproducentes.

Consejos para hacer un buen acompañamiento

La familia, pues, y especialmente en la adolescencia, es el principal factor protector contra la mala evolución de la conducta suicida. Así que, más allá de los recursos de los cuales pueden disponer las familias, también es importante el papel que asumen para lograr cuatro aspectos que son básicos en la prevención del suicidio: la reducción del malestar, el incremento de la esperanza, el incremento de la sensación de pertenencia y la reducción de la capacidad de suicidio. Algunos consejos sobre cómo hacer este acompañamiento próximo y protector son:

  • Eliminar o custodiar el acceso a métodos letales que pueda haber en el entorno familiar.
  • Procurar que la persona en riesgo cumpla el seguimiento ambulatorio especializado, incluso en los momentos en los que no encuentra sentido a hacerlo.
  • Transmitir esperanza: «De esta salimos juntos, con paciencia y sin prisa, pero salimos».
  • Fomentar la participación social y familiar, promoviendo que la persona en riesgo vea a sus amistades y que le digan que es importante para todos.
  • Trasladarle la idea que nos sentimos bien ayudándolo, que todos podemos pasar por un mal momento como el suyo, y que, a veces, ayudar a los demás da sentido a nuestras vidas.

Recursos del sistema sanitario

Los servicios de Urgencias y la Atención Primaria suelen ser las puertas de entrada más frecuentes al sistema sanitario después de un intento de suicidio. En ambos casos, se pide valoración psiquiátrica urgente después de la estabilización física de los potenciales daños derivados de la tentativa. A la persona se le hará una valoración de estado mental y riesgo suicida para determinar la mejor actitud a seguir para garantizar una buena evolución del proceso.

Normalmente, se decide hospitalizar después de una tentativa a aquellas personas que:

  • Presentan síntomas graves de un trastorno mental.
  • Han llevado a cabo una tentativa autolítica con alta letalidad.
  • Tienen un riesgo suicida elevado y mantenido.
  • Tienen dificultades en el funcionamiento autónomo y una alta vulnerabilidad social.
  • No tienen un entorno contenedor que pueda constituir una red de protección adecuada.

Cuando no se dan estas situaciones, se suele realizar una derivación preferente a un centro de salud mental (de adultos o infantojuvenil, en función de la edad) o, si existe un problema de adicción concomitante, al centro de atención y seguimiento a las drogodependencias en el ámbito ambulatorio. En estos centros, equipos multidisciplinares integrados básicamente por profesionales de la psiquiatría, psicología, trabajo social y enfermería prestan una atención especializada en régimen ambulatorio.

La realización de una tentativa es una oportunidad de vinculación o revinculación con el sistema sanitario.

En todos estos dispositivos es fundamental la interacción de los profesionales con la familia y con el entorno cercano de la persona que ha realizado el intento suicida. La familia constituye un elemento básico para reconstruir la situación de la persona en riesgo y para garantizar una red de protección en el día a día, además, desde el sistema sanitario se es consciente del sufrimiento que comporta para una familia que uno de sus miembros esté en riesgo suicida.

Si la persona en riesgo lo autoriza, siempre se intenta contactar con la familia para acompañarlos durante el proceso, además de establecer un flujo de información recíproco y decidir un plan de actuación. Es importante mencionar que, en general, si la persona en riesgo no lo acepta, el personal sanitario no podrá informar a su familia.

Programas y recursos de prevención del suicidio en Cataluña

En los últimos diez años se han desarrollado dentro del sistema sanitario de Cataluña diferentes programas y recursos enfocados a la prevención del suicidio. Entre ellos, destacamos el Codi Risc Suïcidi, el Plan de Prevención del Suicidio de Cataluña 2021-25 (PLAPRESC) y los teléfonos de atención directa que se han creado en el último año.

El programa Codi Risc Suïcidi (CRS)

Codi Risc Suïcidi (CRS) es un protocolo de actuaciones asistenciales y preventivas de la conducta suicida que el Departamento de Salud de la Generalitat de Catalunya puso en marcha en el año 2014 y que da cobertura completa a toda Cataluña desde el año 2016. El objetivo principal del programa CRS es detectar precozmente a personas que han realizado un intento de suicidio o que presentan un riesgo alto de suicidio y proporcionarles atención urgente y seguimiento preventivo continuado, según el nivel de riesgo. La activación del CRS se realiza desde los equipos de salud mental de todo el territorio catalán y, sobre todo, desde los equipos de Urgencias. La parte más innovadora del programa CRS es que garantiza una visita de atención especializada rápida después del alta hospitalaria o de urgencias, en un plazo máximo de 10 días para los adultos y 72 horas para los menores de 18 años, y una llamada telefónica de seguimiento en el plazo de 30 días.

Plan de prevención del suicidio de Cataluña 2021-2025 (PLAPRESC)

El Departamento de Salud de la Generalitat de Catalunya tiene en funcionamiento desde 2021 el Plan de prevención del suicidio de Cataluña 2021-2025 (PLAPRESC), una herramienta de prevención coordinada por el Dr. Diego Palao, que se ha trabajado conjuntamente con asociaciones de salud mental y entidades de familiares y supervivientes. El PLAPRESC tiene como objetivos reducir la tasa de tentativas y muerte por suicidio y reducir el estigma social mediante actuaciones de tipo comunitario.

Teléfonos de atención directa

Entre algunas de las acciones del PLAPRESC destaca la creación de la central de coordinación profesional de salud mental del 061 Salut Respon para atender y prevenir el suicidio, en funcionamiento desde junio de 2022. Se trata de un equipo sanitario de asistencia y atención telefónica especializada con especialistas en salud mental –de enfermería, psicología y psiquiatría– que ofrece servicio las 24 horas los 365 días del año a personas con conducta o ideación suicida, pero también a los familiares y a las personas cercanas. Este equipo tiene también la capacidad de activación del CRS para garantizar una  vinculación rápida con el sistema sanitario

En la misma línea, a nivel estatal, el Ministerio de Sanidad creó en mayo de 2022 la Línea 024 de atención a la conducta suicida

Es relevante mencionar que la línea telefónica pionera para la prevención del suicidio en Cataluña es la que creó en noviembre de 2020 el Ayuntamiento de Barcelona. Se habilitó el teléfono de atención gratuito 900 925 555, operativo las 24 horas con la guía de la Fundació Ajuda i Esperança. El servicio lo ofrecen personas voluntarias que se han seleccionado y formado para atender este tipo de llamadas, y las coordina y supervisa un equipo de psicología y un comité de experiencia. Esta iniciativa se desarrolló dentro de un plan de choque en salud mental que incluía también la activación de un punto de atención ubicado en el espacio Barcelona Cuida, pensado para atender a familiares, amistades y personas del entorno laboral de las personas con riesgo de suicidio, gestionado por la Asociación Catalana para la Prevención del Suicidio (ACPS) y por la asociación Después del Suicidio – Asociación de Supervivientes (DSAS).

Recursos comunitarios para acompañar a familias y personas en riesgo 

La necesidad de vincular el ámbito médico, familiar y comunitario es fundamental en la prevención del suicidio, y en este sentido es importante que las familias y el entorno puedan buscar apoyo en:

  • Profesionales de referencia que les den el asesoramiento y les ayuden a entender bien la conducta suicida.
  • Profesionales de trabajo social, que les ofrecerán recursos adecuados para la situación de su familiar.
  • Entidades especializadas en el trastorno que tenga el familiar, en caso de que exista un diagnóstico.
  • Asociaciones de familiares especializadas en conducta suicida.
  • Grupos psicoeducativos para los familiares, que se ofrecen en los centros de atención primaria, en los centros de salud mental y en las asociaciones especializadas en conducta suicida.
  • Profesionales que les puedan ayudar a afrontar la situación. Si es necesario, se puede buscar un apoyo psicológico adicional.

En definitiva, es necesaria la implicación de la familia, de las amistades, de los compañeros y compañeras y de las personas profesionales de salud mental para reforzar la red protectora de la persona que puede estar en riesgo de suicidio, y debe hacerse de forma conjunta, rompiendo con el estigma asociado a esta conducta. Es necesario establecer un diálogo activo con nosotros mismos, con la persona que sufre y con el entorno profesional para aumentar la protección, no sólo de la persona en riesgo, sino del entorno que se ve involucrado en el proceso de recuperación.

Este contenido no sustituye la labor de los equipos profesionales de la salud. Si piensas que necesitas ayuda, consulta con tu profesional de referencia.
Publicación: 22 de Marzo de 2023
Última modificación: 5 de Enero de 2024

Si tienes pensamientos suicidas, pide ayuda:

También puedes comunicarte con los servicios de emergencia locales de tu zona de residencia.

Clara Rubio Chumillas

Clara Rubio Chumillas

Presidenta y trabajadora social
Associació Catalana per a la Prevenció del Suïcidi
Rosa Hernández Ribas

Rosa Hernández Ribas

Psiquiatra. Coordinadora Ámbito Ambulatorio Salud Mental Adultos. Hospital de Mataró
Consorci Sanitari del Maresme
Bibliografía
Navarrete, E. M. , Herrera, J. & León, P. (2019). Los límites de la prevención del suicidio. Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría , 135 (39) , 193-214.
Oexle, N. , Herrmann, K. , Staiger, T. , Sheehan, l. , Rüsch, N. & Krumm, S. (2019). Stigma and suicidality among suicide attempt survivors: A qualitative study. Death Studies , 43(6) , 381-388. https://doi.org/10.1080/07481187.2018.1474286
O'Connor, R.C. , Smyth, R. , Ferguson, E. , Ryan, C. & Williams, J. M. G. (2013). Psychological processes and repeat suicidal behavior: A four-year prospective study. Journal of Consulting and Clinical Psychology , 81(6) , 1137-1143. https://doi.org/10.1037/a0033751
Martínez, A.B. & Anseán, A. (coord.) (2014). Suicidios manual de prevención, intervención y postvención de la conducta suicida. (1ª). Fundación Salud Mental España.
Cedereke, M. & Öjehagen, A. (2005). Prediction of repeated parasuicide after 1–12 months. European Psychiatry , 20 , 101-109. https://doi.org/10.1016/j.eurpsy.2004.09.008